Entrevista a Julio Fowler.
29-07-11
Nos reunimos con Julio Fowler en un bar detrás de la Puerta del Sol y charlamos sobre su carrera y su forma de enfocar la música. De camino, conocemos algunos datos más sobre él. Lleva ya 13 años en España donde dice que sintió una conexión inmediata con el ambiente y la gente de nuestro país. Julio Fowler ganó este 2011 el premio Cubadisco (el equivalente al Grammy cubano) por su disco Utopías (Factoría Autor, 2009), algo extraordinario para un músico cubano que no viva en la isla. Utopías es el tercer disco de su carrera y más recientemente ha producido y compuesto las canciones de Todo puede ser (2010), el primer disco de Lucía Echagüe, estupenda vocalista argentina.
JD: Respecto a Todo puede ser, de Lucía Echagüe, podría decirse que tiene mucho de tu identidad como músico, ¿Cómo surgió la idea del disco y el contacto con Lucía Echagüe?
Julio Fowler: Lucía vive en Lisboa y ahí yo tengo un amigo que es un excelente pianista, Victor Zamora, que se enteró de que ella estaba buscando canciones para hacer un disco, así que Victor le habló de mí. Ella me contactó por myspace, donde yo tenía colgadas algunas canciones, sobre todo de mi segundo disco, Buscando mi lugar (Factoría Autor, 2006). Yo le hablé de la posibilidad de que lo produjera conmigo y que estaba encantado de darle las canciones ‘gratis’. Hay compositores que prefieren guardarse las canciones para gente que vende más, pero esa no es mi mentalidad. A ella le gustó la idea de producirlo conmigo y reunió un dinero que tenía, que siempre es un esfuerzo tremendo -yo conozco eso porque también mis discos los autoproduzco yo. Y así surgió el disco, con diez canciones mías. La producción ejecutiva es de ella y la producción artística es mía y de José Mestre, que también ha trabajado como productor en mis dos discos anteriores. Él es un músico cubano, emigrante como yo, que vive aquí y que a trabajado con (José) Mercé; ahora está trabajando con El Bicho...
JD: ¿Tú ya habías producido discos de otro?
JF: No, solamente los míos. He colaborado en los discos de muchos artistas aquí en España desde que llegué, pero es la primera vez que produzco un disco para otro artista.
JD: ¿Las canciones estaban ya compuestas o las compusiste a raíz de tu contacto con Lucía?
JF: Algunas sí estaban compuestas, otras estaban a medio hacer y otras las compuse directamente para ella. Yo siempre tengo un banco de letras y de melodías pendientes. Me grabo casi todos los días, alguna melodía que me sale, y cuando me siento a trabajar la voy madurando, la voy haciendo. Miro en el banco de letras que tengo, cuál puedo desarrollar con esa música y voy empastando cosas. Ése es más o menos mi método. Excepto cuando una melodía aparece de noche, me levanta de la cama y nace de principio a fin. Eso me ha pasado con dos o tres canciones, que yo llamo ‘canciones inspiradas’. Las vas cantando, las vas cantando… y te tienes que levantar a la hora que sea para terminarlas.
JD: ¿Cómo vives el proceso de ‘entregarle’ tus canciones a otra persona, que imagino que luego las hace suyas también?
JF: Bueno, a mí me están cantando mis canciones desde el año '95 o ’96. Primero mis colegas intérpretes allá en Cuba, que me pedían canciones para cantarlas luego. La primera canción mía que vi en un disco fue cantada por un cantautor brasileño que se llama Nilson Chaves, que ha estado nominado a Grammys Latinos. Luego he compuesto para artistas como Marta Sánchez o Nuria Fergó, además de otros artistas latinos, con lo que ya había escuchado mis canciones en la voz de otra gente. Con Lucía, lo interesante fue producir yo mismo esas canciones, algo que no había hecho antes.
"Las armonías que yo utilizo son armonías jazz y armonías brasileras. También armonías del ‘filin’ cubano."
JD: ¿Eso hizo que el resultado final se acercara más a la idea original que tenías de esas canciones?
JF: Sí, pero a ella le venían muy bien mis canciones. Cuando uno produce, uno intenta no sólo ser honesto con el background musical que uno trae, sino también conjugarlo con que ese estilo musical que tu manejas le sea propicio a la artista. Fue un proceso de encontrar un concepto en el que ella se pudiera sentir cómoda y pudiera fluir. Cada arreglo es vestir la canción… Las canciones yo las hago a guitarra, y a piano en algunos casos, pero luego empiezas a arreglar la canción y a buscarle un vestido para hacerle un guiño a un mercado en el que esa canción pueda fluir. Ese es un proceso muy bonito y en el que nos metimos Lucía y yo con Mestre. En ese sentido fue novedoso y muy interesante para mí.
JD: Parece que en este disco hayas trabajado más un estilo soul, mientras que en la música que tocas tú quizás hay más sonoridades cuabanas y de otros estilos…
JF: Bueno, todo lo que yo hago es una melange, mi música es muy heterogénea. En Cuba dicen que es ‘trova-fusión’. Yo no dejo de ser un trovador, que en Cuba es el equivalente al cantautor, pero un trovador que fusiona con aquéllos códigos o sensibilidades musicales que son afines a mis raíces, ya sea el soul, el rythm-and-blues, el jazz, la música brasilera… De hecho, las armonías que yo utilizo son armonías jazz y armonías brasileras. Y armonías del ‘filin’ cubano, que es un movimiento musical que se mezcló con el jazz. La Nueva Trova me inspiró mucho desde el punto de vista lírico y poético, pero desde el punto de vista armónico y musical yo tengo un vínculo muy directo con el ‘filin’. Eso también está en el disco de Lucía. Hay elementos también rítmicos cubanos, del son, del cha-cha-cha, de la rumba. Yo lo llamo del ‘complejo afrolatinoamericano’.
JD: ¿Cómo fueron tus primeros contactos con la música afronorteamericana?
JF: Desde niño. Mi padre tenía un tocadiscos y ponía mucho a Nat ‘King’ Cole, Jonny Mathis, los Beatles… Escuchaba a Benny Moré, el ‘filin’ cubano -mi padre era un enamorado de Elena Burke. Mi madre era más rural, viene del campo y de ahí me viene la posibilidad de conocer las guajiras, de conocer el punto guajiro cubano… Si te fijas, yo mezclo guajiras con bulerías. Y luego, la Cuba prerevolucionaria era una Cuba más americanizada y siempre hubo una identificación de buena parte de los cubanos, por vínculos familiares, etc., con los Estados Unidos. Nosotros teníamos las antenas de niños e intentábamos escuchar las emisoras del norte, el rock que venía del norte … Porque en Cuba no había una industria del disco, que sí había sobre todo en la época pre-revolucionaria, entonces a través de la radio escuchábamos los ‘hits’, las bandas, los solistas del momento, y el vínculo con la música nortemaericana fue bastante cotidiano, a pesar del bloqueo.
"Yo, como cubano, soy hijo del mestizaje, no sólo desde el punto de vista étnico, sino también cultural."
JD: Debido a la fuerza que tiene la música cubana debe de ser difícil encontrarse en la isla con grupos que se dediquen a un género distinto y que no introduzcan algún elemento de la música cuban, ¿no? Por lo menos aquí no nos llegan esos casos.
JF: Cuba es un país con una cultura sincrética. Todo lo mastica, lo mezcla y lo metaboliza. Y yo vengo con esa impronta, soy hijo del mestizaje, no sólo desde el punto de vista étnico, sino también cultural. Casi todo el movimiento trovadoresco cubano, incluyendo el posterior a mi generación, asimila influencias. Cuba es un país muy abierto en ese sentido, curiosamente. Entonces es muy difícil ver a grupos, sobre todo jóvenes que vivimos aquí en España, que utilicen la raíz criolla de de la música cubana en estado puro. Casi todo el mundo ha escuchado el flamenco, la música sinfónica, música popular comercial… Pero lo bueno que tiene cuba es que tiene una raíz y esa raíz hace de plataforma, de base a partir de la cual alimentar esa misma raíz. Por eso el movimiento musical cubano es híbrido y sólo te puedes encontrar grupos haciendo música tradicional cubana muchas veces debido a que el mercado europeo de world music exige una fuerte presencia de las raíces, pero en mi caso no es así.
JD: Volviendo a la música norteamericana, el soul… ¿cuáles son los artistas que más te han influido?
JF: Bueno, en la música anglosajona en general me gusta mucho Sting, me gustó mucho Peter Gabriel, U2, sobre todo su poesía… A través de mi padre tuve la suerte de escuchar mucho a Marvin Gaye, por ejemplo, a Stevie Wonder, todo el 'funky' de James Brown, de Prince… Como todos los chavales, también escuchaba la música comercial. También escuché a Michael Jackson, desde luego, aunque no era alguien que me influyera. Doobie Brothers… Aunque yo siempre he buscado el compromiso. Por eso, cuando surges del movimiento de canción de autor Nueva Trova de Silvio (Rodríguez) y Pablo (Milanés), de quienes yo empecé tocando su música, tienes un compromiso no sólo con la música, sino también con la letra, con la actitud ante la vida. Por eso a mí me fascina John Lennon. Hay una canción del disco Buscando mi lugar que se llama ‘Sueños’ y que de alguna manera es un homenaje a Lennon. Me gustan aquellos artistas que tienen un compromiso social. No concibo mi música si no está haciendo un planteamiento, mirando detrás de la superficie que nos venden. De hecho, en Cuba mi música era contestataria, yo cuestionaba el régimen cubano. Por eso era de la ‘Generación de los Topos’, la generación ‘underground’ a la que no le dejaban espacio. Mi música fue censurada porque cuestionaba el establishment.
JD: Ver ahora que se reconoce tu música en tu propio país debe de ser hermoso.
JF: Si, y también una sorpresa. Además, se reconoce la que yo he hecho fuera del país. En Cuba yo nunca hice un disco, nunca me lo permitieron. Yo era un artista censurado, un artista ‘majadero’, como dicen ellos, que no sólo era crítico con sus canciones, sino además, con su actitud, porque yo pertenecía a la intelectualidad más crítica que hubo en ese país, sobre todo en los años '80. Y como yo vengo del teatro, porque fue lo que estudié, con la poesía y la literatura, eso me hizo tener las antenas bastante levantadas y siempre me metí en cuanto jaleo que cuestionase el establishment dictatorial. Siempre estaba ahí, en movimientos literarios, culturales: Paideia, el movimiento Arte Calle, el movimiento HACER... y eso hizo que fuera un sujeto incómodo y, por lo tanto, fichado, y mi labor como artista y como intelectual, bastante torpedeada.
JD: ¿Qué músicos hay actualmente en Cuba que estén saliendo con fuerza?
JF: Carlos Varela, de siempre, pero sobre todo a mí me gusta mucho X Alfonso, que hace una especie de rock con raíces, todo muy híbrido: rock, funky, hip-hop y está haciendo una crítica muy interesante, a la vez que hace, dicho entre comillas, una defensa de la ‘identidad cubana’. Es un artista que tiene un planteamiento, no sólo musical y sonoro, sino también visual. Ese es el que me parece más impactante y notable, ahora mismo. Y luego el movimiento de canción que siempre hubo en Santa Clara, que se llama la ‘Trovuntivitis’, que es de donde yo vengo y junto con Carlos Trova fui de los que empezamos toda esa historia, y es un movimiento que rescata la canción lírica cubana , que sigue teniendo un vínculo con la tradición trovadoresca cubana y donde hay artistas como Roly Berrío, Yaíma (Orozco), a la que conocí el otro día y que es muy buena compositora… También me gustaría destacar un movimiento de hip-hop muy fuerte, muy potente y que hace una crítica bien cruda del régimen, entre los que quiero resaltar a Los Aldeanos.
JD: Por último, es muy difícil escuchar hoy en día música realmente innovadora, sin embargo siguen haciéndose canciones que nos pueden emocionar. Como oyente, ¿qué es lo que consigue emocionarte de la música nueva que te llega?
JF: La música es un lenguaje. Cuando la música está hablando un lenguaje que es conocido, que es reiterativo y no me dice nada, desde luego ese lenguaje no me emociona. Pero cuando ese lenguaje empieza a explorar caminos y a encontrar códigos, claves, a explorar nuevas combinaciones sonoras, armónicas y melódicas, entonces esa es la música, o el arte en general, que logra emocionarme. No el arte que se recrea en el acto de explorar por explorar, sino un arte y por tanto una música, que abre el sonido hacia nuevos horizontes, porque habre una puerta, una posibilidad. Yo mi relación con el arte y con la vida la veo así, abriendo puertas, abriendo posibilidades. No para escapar de malestares, de neurosis, de crisis, sino porque creo que es consustancial a la naturaleza humana continuar abriendo puertas, evolucionar asaltando lo imposible y convirtiendo lo imposible en posible. Ese es mi compromiso con la música y como comprendo el arte. Trato de buscar armonías no facilonas, sino armonías que logren captar la atención de la gente. Yo puedo hacer una canción utilizando los códigos de la comunicación, los que yo sé que la gente ya sabe, pero prefiero apostar por una música y un arte, en sentido general, que abra puertas hacia otros caminos y que permita tocarle el corazón a la gente, vislumbrar aquellas cosas que no se saben, que no se conocen y que están ahí. El arte lo que hace es depertar de alguna manera el corazón de las personas y ese es mi camino.
Oyendo las composiciones de Julio Fowler, las palabras con las que termina esta entrevista se entienden perfectamente. Le comentábamos que en ciertas ocasiones su música tiene un toque casi experimental y hablando de la tradición musical cubana nos decía lo siguiente: “Ten en cuenta que cuando un cubano se pone a escribir canciones, antes de él tiene a maestros como Sindo Garay o Cesar Portillo de la Luz y eso te plantea un reto muy grande”. Julio acepta ese reto y, a su vez, lanza al oyente su propio desafío.
Julio Fowler: www.reverbnation.com/juliofowler
Lucía Echagüe: www.luciaechague.com