Wednesday, 26 October 2011

La Shica. Pura dinamita.






La Shica y Verónica Aranda



Entrevista a la Shica                  
                                                                                                
21-10-11

La Shica empezó marcando el compás a base de rap y flamenco en aquel Trabajito de Chinos (Warner) del 2008. La copla que se podía escuchar en ese primer disco se hizo el tema fundamental de Supercop (Warner, 2010), disco en el que La Shica le da dos vueltas de campana al género, con unas letras sacadas de la batidora lírica de Luis Domercq y traídas a la realidad más groove por Elsa Rovayo y su grupo. Este disco es pura dinamita. Pero la experiencia no se completa hasta que no se ha visto a La Shica en directo, como han podido hacer, entre otros, los madrileños, durante las cinco semanas consecutivas que el grupo estuvo llenando el Teatro Galileo de Madrid.

Para esta entrevista contamos con una aliada excepcional: la premiada poetisa Verónica Aranda, gran talento y experta en copla, género que ha estudiado y al que ha homenajeado expresamente en su libro Tatuaje (Hiperión, 2005). Charlamos al lado del Manzanares, mientras se va yendo la tarde.

Verónica Aranda: Quería empezar hablando de la copla, que es uno de tus referentes. Para mí supone un reto innovar la copla, que es un género del que muchos dicen que se había quedado anquilosado en los años cuarenta y que no había tenido una gran evolución después de Quintero, León y Quiroga. Quisiera saber cuál es tu opinión al respecto.

La Shica: Yo no diría que renuevo la copla, eso es mucho marrón. Yo tengo influencias copleras y me gusta trabajar con eso, porque es la música que he escuchado, que está en la genética de todos los de mi quinta. Era lo que oíamos por la radio, en las pelis... Eso nos ha afectado y es lo que yo sé, así que por ahí empiezo a hacer otra música, pero ni mucho menos pretendo renovar un género tan alucinante  y tan rico. Aún así, yo pienso que sí que ha habido gente revolucionaria en la copla, como Martirio. Esa sí que ha hecho por la copla. Porque yo toco otros palos, pero ella ha estado ahí, ahora también con cosas latinoamericanas, pero ella siempre ha llevado ese camino, y yo creo que ese título se lo merece más ella que yo. La revolucionaria, la renovadora, ha sido ella, y ha sido ese testigo el que algunas hemos cogido y hemos intentado seguir. Pero creo que mi trabajo es mucho más 'light' que el de ella.

VA: Muchas de las protagonistas de las coplas eran mujeres de armas tomar y algunas de ellas incluso, si analizamos las letras, lanzaban mensajes implícitos contra el régimen. Incluso algunas interpretes han definido a Lola Flores como una rapera de la copla. ¿Qué mensaje manda una 'supercoplera' del siglo XXI?


"¡Arriba las mujeres!"

LS: ¡Pues que arriba las mujeres! Eso es lo que últimamente siento todo el rato. Pienso en todas las mujeres como hermanas. Hemos pasado mucho. También hemos conseguido mucho, gracias a dios, aunque todavía no hemos conseguidad la igualdad. Pero vamos bien. Yo estoy rodeada de mujeres a las que admiro, tías valientes que consiguen cosas en sus curros, con sus familias... Creo que estamos en un momento bonito, más de celebrar que de quejarnos. ¿Que los hombre siguen cobrando más? Sí, eso es una mierda y lo tenemos que arreglar, pero creo que vamos muy bien. Las copleras eran unas modernas y unas rompedoras de la hostia, pero las mujeres de su tiempo tenían que pedir permiso para tener carnet de conducir, el marido tenía que autorizarlas para poder sacar dinero del banco... Unas cosas muy surrealistas.


VA: O para poder viajar, porque no tenían pasaporte.


LS: Claro, y ellas decían, "No señores, por ahí no va la película. Yo salgo ahí con mi escote, fumo, tengo amante y vamos a vivir la vida".


VA: Algunas eran prostitutas, como en Ojos Verdes, o Tatuaje. Queridas, que no estaban casadas...


LS: ¡Unas valientes! Eran las supermodernas, lo que pasa es que al verlas desde la actualidad no nos lo parece, pero en su tiempo ya hacían cosas que la mayoría de las mujeres ni soñaban.


JD: Y sin embargo, quienes escribían para ellas eran los hombres, ¿no?


LS: Sí, pero es que si hemos avanzado es porque nos hemos puesto juntos a currar. Si no hay hombres que apoyen a las mujeres, nos dan por culo. Si no hubiera habido señores que han dicho "Vamos a arremangarnos y vamos a tirar pa'lante"... Esto no es una cosa de decir, ahora el hombre no y vamos a hacer las cosas nosotras solas. No es eso. Se trata de que andemos juntos. De que andemos juntos y arreglemos los marrones juntos. Si no, no hay forma.


VA: ¿Cómo captas públicos que nunca se habían acercado a la copla? No sé si el mérito es crear un lenguaje híbrido, o si es más importante la música, o la letra. O quizás coger coplas clásicas, como has hecho y ponerles música más contemporánea...


LS: Ha sido más desenvolverlo de todo eso que a la gente le da grima, como las peinetas... Y no porque lo conozcan, sino justamente porque no lo conocen. Es verdad que no tiene mucho que ver esa estética con lo que estamos escuchando ahora la gente de la calle. La gente que va en metro, en bicicleta, en moto... La vida ha cambiado y las canciones de aquella época tienen arreglos de orquesta que cuestan y no resultan atrayentes a los jóvenes. Pero es muy fuerte que, vaya a donde vaya, el público, tengan la edad que tengan, llega la Bien Pagá y cantan la Bien Pagá. Llega Penita Pena y la cantan. Se las saben. Incluso me pasa que en algún concierto me llega algún modernito a decirme "¡Tía, a mí no me gusta la copla y he flipado! Para empezar, he flipado con que me las sé, e igual a partir de ahora me empieza a interesar". Entonces eso está bien, quitarle un poco de polvo y echarle un poco de azucar al jarabe.


VA: Quitarle un poco la naftalina, ¿no? Porque las letras tienen muchísima profundidad...


LS: Es que no las conocen. Ese es el problema, que les provoca rechazo  la estética, más que nada, que resulta como muy desfasada para los tiempos que corren, para cómo se vista la gente hoy y para el tipo de música que escuchan hoy. Pero si te ven así medio de cuero...


JD: Quizás la copla no ha tenido una evolución gradual hacia la música moderna de hoy en día, ¿no?


VA: No es como el flamenco, en el que igual sí que se empezó a innovar antes. Quizás la copla se quedó más arraigada en Andalucía. Bueno, tú lo sabrás mejor...


LS: Sí, y esas formas...


VA: Las niñas que se ponen la bata de cola, concursos...


LS: Eso es. También está bien, porque de alguna manera se conserva, pero si no se abre, la gente se termina desligando. Es imposible no avanzar. Luego hay gente friki, mucha, a la que le encanta lo antiguo, como a mí. Yo escucho más antiguo casi, que moderno.


JD: Claro, pero el público te ve a tí con una imagen moderna, por la forma de vestir, porque llevas batería, bajo eléctrico... Y eso se acerca más a un lenguaje que conocen, al lenguaje del oyente actual.


LS: Hay que hacerlo así, porque aunque sea una música popular, es denso. Los arreglos son complejos y las letras son profundas, no son letras de canción del verano. Son letras que te remueven.


VA : Con una historia, un nudo y un desenlace...


LS: Claro. Entonces hay que ayudar. Y la peña lo acepta, incluso los que no son aficionados.


VA: Digamos que te has tenido que reinventar -uno de tus hits habla de una 'zíngara rapera'- y has ido creando un estilo personal. Me gustaría saber cuál ha sido esta evolución, cómo has llegado a este estilo.


LS: Bueno, todavía no he llegado. No he llegado a ninguna parte, estoy buscando...


VA: Pero ¿cómo te definirías? Porque metes flamenco, hip-hop, música brasileña...


"Soy una promiscua de la música."


LS: Soy una promiscua de la música. ¡Me gusta todo! Me niego a meterme en ningún saco, porque cuando eliges, renuncias. Amo la música en general y lo mismo me gustan Raquel Meller, que Coco Rosie, que Antony and the Johnsons, que el folclore, como las chacareras que acabo de descubrir. No sé qué soy, ni hace falta. Soy artista, hago cosas, ya está. No creo que sea necesario encasillarse. ¿Para qué? Si eso es solo para ordenar las estanterías de las tiendas de música.


JD: Hay mucha gente que hace música y que quizás no siente una base, una raíz musical fuerte. Tú, a lo mejor, al tener esa raíz en la copla y en el flamenco, te sientes más segura a la hora de crear.


LS: Pero eso es tu experiencia. Yo tampoco soy una persona muy de raíces. Yo me fui de casa muy chica y me gustan todas las ciudades. Y cada ciudad que conozco, ciudad en la que me quiero quedar un año. (Escenifica) "Me encantaría quedarme una año a estudiar algo y a conocer a la gente, qué come y qué hace y cómo se lo monta". Pues así soy en la vida y en todo. Me encanta cambiarme de casa. No siento apego a ninguna cosa. Y no pasa nada. No me estresa no ser 'algo'. Un día a lo mejor canto en inglés y no pasaría nada.


VA: En cambio te has educado en el flamenco puro, ¿no? Viniste a madrid y te formaste en un tablao, que es una escuela a la hora de cantar. ¿Qué elementos de ese mundo, a veces tan purista, incorporas? ¿Hay una bailaora y una cantante en tí? ¿Hay una lucha entre ellas?


"El flamenco es lo que ocurre cuando acaba el espectáculo."


LS: No, no hay lucha. Es como si en vez de un idioma hablas dos. ¿Quién gana? ¿Se pelean el español y el inglés? No. Simplemente te puedes comunicar de más formas, con más gente. Con el cuerpo y con la voz. Lo mejor que sé lo he aprendido en los tablaos. Para mí son la forma más pura de arte flamenco. La más parecida a lo que es de verdad, que en realidad no es lo que se hace en el escenario. Es lo que pasa cuando se acaba el show. Entonces empieza la fiesta. Entonces la gente canta porque tiene ganas, no porque le pagan. El tablao es lo más parecido porque nunca sabes lo que va a pasar. Nunca sabes quién te canta, quién te toca. Nadie sabe tu baile. "Hoy voy a bailar alegrías, mañana voy a baliar esto... " Pero justo por intentar ser una flamenca sufrí un poco. Por intentar adaptarme y cerrarme esas otras partes de mí que son imposibles de ocultar. Yo he vivido mucho del falmenco, pero he vivido mucho en la calle y he salido mucho a bailar por ahí y no flamenco, precisamente, sino a darlo todo en la pista de baile, en las discotecas. Entonces, sufrí cuando intenté cerrarme ahí. Ahora cojo lo que me interesa. Lo que no me interesa o no me sale bien, pues no lo hago.


VA: Has dicho alguna vez que te pesaba ponerte la peineta algunas noches, y la bata de cola.


LS: ¡Uh! Al final ya sí. Siempre me ha encantado disfrazarme de bailaora. Me hacía ondas al agua, me pasaba la vida que si la flor, la peineta... Pero llegó un punto en que me veía horrorosa, como vestida de bombero, con tanta tela... No iba conmigo. Y ahora voy al tablao, veo a mis amigas bailar, mis compañeras de la otra vida, y me emociono y luego no duermo de lo bonito que es. Ese arte es la hostia, pero no es para mí.


VA: ¿En el extranjero te sirves más del flamenco? ¿Haces un espectáculo distinto del que haces en España?


LS: No, hago exactamente lo mismo. Fuera, lo que intento es explicarme en inglés, pero no hago una cosa como 'suvenires españoles'. Sí que hago un show diferente en teatro que cuando hago conciertos al aire libre, que ahí no da para enrollarte, porque el 5.023 no se entera. Entonces es otro rollo más festivo, con las cosas alegres. Todo lo triste se quita, porque no tiene sentido, y a bailar y a disfrutar. Y sí, el flamenco es lo que me distingue, que sé bailar. Esa es mi alma. Que sí, voy en minifalda, llevo una cresta, pero me pongo a bailar y sé bailar. No es que baile un poquillo, sino que sé bailar, soy profesional. Y eso es lo que más me caracteriza.


VA: Tengo entendido que has estado encerrada con el nuevo disco este verano y que, como novedad, vas a componer tú algunas de las músicas. ¿Cómo es esa nueva experiencia como compositora?


LS: ¡Una locura! Bueno compositora no me llames, que eso es decir demasiado. Yo soy una gran impostora. Yo intento hacer cosas y es divertido. Es curioso ver la música que tienes en la cabeza. Está bien estudiar para componer, porque si sabes te resulta mucho más sencillo, pero es divertido ver la cantidad de músicas juntas que tengo en la cabeza y cómo se van reflejando en lo que saco. Pero veo que este proyecto me va a costar más tiempo del que yo esperaba y se me ha cruzado otro proyecto por delante que me interesa un montón. Me han hecho un muy buena propuesta y ahora mismo estoy que no sé para dónde tirar. Voy a hacer los dos, creo, pero hay uno que necesita tiempo, porque es complicado lo que estoy intentando hacer, es como operaciones, implantes (risas)... Y requiere estudiar mucho, los cantes, escuchar a éste y al otro, intentar rapiñar una letra para meterla aquí... Me lo estoy pasando pipa, pero es lento. No quiero hacerlo mal, ni a medias. Soy muy pesada con eso.


JD: Se nota en tus discos, que sois muy perfeccionistas. Los arreglos son muy elaborados.


LS: Y aún así no los veo terminados ninguno de los dos.


JD: ¿El que más terminado, quizás, el segundo?


LS: No, ninguno de los dos. El segundo ahora pienso que no lo tendría que haber grabado cuando lo hice. Tendría que haberle dado una vuelta más. Pero bueno, yo creo que eso te pasa eternamente. No creo que haya nadie que diga: "Este es el disco", y al día siguiente siga pensando lo mismo. Hombre, en el momento de decir "¡Ya!" sí me parecía que era, pero al tiempo me pareció que no.


JD: ¿Y cómo os habéis coordinado entre todos para hacer las canciones? Luis Domercq hace las letras y la música entre los demás, ¿no?


LS: Sí, cada uno hace lo que se le da mejor, trae cosas... Y empezamos por la letra. Luego la música. Cuando veo una letra, aunque a veces no me pasa y tardo mucho en encontrar la música, pero cuando me daba Luisito una letra decía, "Esto tiene que ser por aquí y por allí.", "Esto me lo imagino así". Entonces empezábamos a probar hasta que nos gustara algo. Muy caótico.







VA: Y ahora te estás lanzando también con la música...


LS: Sí, me estoy divirtiendo un montón. Porque hasta ahora decía, "Tú no sabes, no toques, tú cállate...". Pero ahora... El ordenador es mío (risas), el programa es mío y el micro también, así que hago lo que me da la gana. ¿Me va a llevar la policía de la música? No. Así que hago mis truños ahí y me parto de risa. Y algunas cosas me gustan mucho. Es como escribir. No tienen que publicarte, pero tienes derecho a escribir lo que te dé la gana, aunque sea una mierda. La libreta es tuya, el boli también y tienes una idea, ¡pues escribe, coño, que no pasa ná! Otra cosa es que quieras que te publiquen, esa es otra movida.


VA: Lo importante es que te llene, ¿no?


LS: Eres libre de hacer lo que sea, cualquier tipo de masacre musical (risas).


JD: ¿Y cómo estás componiendo? ¿Con el ordenador?


LS: Sí, no sé tocar otro instrumento. Yo toco el piano así, con dos dedos y probando a ver lo que me suena bien, un poco tirando de intuición... "Voy a grabar la lavadora... ¡Qué sonido tan interesante!" Y así hago. Me divierto, juego.


VA: Los nuevos programas supongo que te dejan jugar mucho.


LS: Sí hombre, hay muchos programas para gente que no sabe de esto. Y luego como técnico no sé nada, pero para grabar ideas está bien. Para hacer experimentos. Y no necesito que venga el guitarrista para nada. Me grabo, hago voces, ruidos...


JD: Así explicado parece como un juego, pero viendo el resultado final de tus discos se puede decir que lo que haces también es muy serio, porque son dos discos excelentes.


LS: Es que lo que yo hago sola no tiene nada que ver con estos dos discos... Pero la música es un juego. Yo no trabajo. Yo me divierto. Trabajo cuando tengo veinte horas de viaje, cuando me toca ir a las tres de la mañana al aeropuerto y no dormir, eso sí es trabajo. Pero es un juego. Yo me dedico a hacer eso a lo que las madres apuntan a los niños para que se desestresen después del colegio. Esa es mi profesión. Divertirme. No es serio, no estamos operando cerebros. Luego ya sí que te tomas en serio lo que sale a la luz y lo que no. Ahí sí que curras, intentas ser muy cuidadoso, muy meticuloso y darle mil vueltas. Pero la mayor parte de esta profesión es divertirse. Que cansa, que ocupa horas y te hace renunciar a muchas cosas de la vida normal, como irte de vacaciones... Porque yo nunca sé cuando me puedo ir de vacaciones. De repente tengo cuatro días la semana que viene y son esos los que me puedo coger. No puedo planificarme la vida, porque siempre surgen cosas. ¡Pero esto es una alegría!


JD: ¿Por qué decidiste meter tanto rap en el primer disco? ¿Eres muy aficionada al género?


"Dentro del flamenco hay mucho rap."


LS: Es que dentro del flamenco hay mucho rap. Son músicas muy similares en ciertas cosas. La rítmica está por encima de todo lo demás. En el flamenco se trabaja así, y con los pies tú rapeas. (Canta) "Taca tá ta taca tá...". La intención era siempre hacerlo bastante flamenco... En el tablao se jalea. Cuando una bailaora está haciendo algo, las que están sentadas le dicen cosas, pero no al tuntún. Va todo perfectamente clavado, a ritmo. Si no, no funciona. Y esa es la similitud que yo encuentro. Tú puedes cantar muy bien y muy afinado, pero si tú no tienes ritmo, en el flamenco no vales pa' ná. Tú puedes ser una bailarina estupenda, pero como no tengas soniquete, no vales. A lo mejor tienes los brazos tiesos, pero tienes mucho soniquete, y mola. Lo que no puedes, es irte de ritmo.


JD: ¿Y eres muy aficionada al rap? ¿Qué cosas te gustan?


LA: Bueno no soy una loca del rap, pero hay cosas que me gustan mucho. Me gusta Calle 13 muchísimo, me gusta Tego Calderón, La Mala... Me gusta mucho un disco que he descubierto hace poco, de una peña que se llaman Black Rock, que no son raperos ni nada, pero han hecho un disco en el que tocan y un montón de raperos invitados cantan, y está increíble. Me gustan The Roots... O sea que no me gusta lo de la gorra de lado y la cadena de oro. Ese no es mi rollo. Me lo puedo bailar en momento dado, pero lo que me gusta es cuando hay música debajo.


VA: Otra similitud podría ser que en el flamenco también se encuentran letras sociales, o de protesta... Con distinto lenguaje, pero con mensajes parecidos.


LS: Sí, aunque, a no ser que haya habido gente que les haya dado otra vuelta a las letras flamencas, o haya cantado a poetas, las letras normales no son superprofundas. O sí, según las quieras entender. Pero son bastante simples. Luego tú les das vueltas y encuentras cosas fuertes, a veces. Pero lo que más importa es el ritmo.


JD: Después del primer disco decides volver a la copla, dejando un poco de lado el rap, y hay un elemento que cambia mucho del primer disco al segundo, que es que en el primero metes guitarras eléctricas, pero no piano, y en el segundo es al contrario.


LS: Son pruebas, búsqueda. Haga lo que haga ahora, tampoco va a tener nada que ver. Creo que esa es mi obligación, probar y probar y probar. Cambiar. No ofrecer siempre lo mismo. Para eso no grabo más. Si quiero hacer otro disco igual que el anterior, pues ya está, para qué me voy a molestar. La movida es intentar encontrar algo nuevo, que sea un poco coherente con el camino que has empezado... O no. Da igual. Y sobre todo intentar sorprender a la peña. La gente no quiere oir otra vez el puto disco de Supercop, porque para eso ya está Supercop. Yo admiro más a artistas que arriesgan y la cagan, que a los que no arriesgan. Como público, que sigo a mucha gente, prefiero que hagas un disco que no me guste a que me hagas el mismo otra vez. Es que cambiamos todo el rato. Yo ya no soy la misma que cuando estábamos componiendo Supercop. Nadie es el mismo. ¿Cómo voy a querer lo mismo, contar lo mismo? Ahora me han pasado otras cosas y quiero contar otras cosas. He escuchado otras cosas... La vida le afecta a uno.


VA: Supongo que de los viajes también vas cogiendo elementos...


LS: Claro, y los amigos te pasan cosas "Escúchate esto que vas a flipar". "¡Hostia! Pues quiero ir ahí..." ...Y aunque no quieras cambiar, también se cambia. Pero si no te lo curras, cambias para peor. Quieto no se queda nadie, nada más que los muertos. Bueno, ese es mi punto de vista, que tampoco tiene que valerle a todo el mundo.



"¡Es el escenario! Hay que disfrazarse y hay que convertirse en otra persona."




JD: En cuanto a los conciertos, has contado que La Shica nació porque en un bolo te propusieron cantar de forma un poco improvisada, así que puede decirse que La Shica nació en directo, como proyecto de música en vivo. ¿Por eso cuidas tanto los espectáculos, los conciertos, desde el punto de vista escénico?


LS: Es que yo soy carne de eso. Yo, lo de grabar y todo, me parece guay, me parece una experiencia interesante, pero no flipo con ello. Yo flipo ahí, en el momento, sintiendo a la gente y la gente sintiéndonos a nosotros. Comunicando es cuando flipo. En mi mundo anterior no se grababan las cosas. Se hacían. Y claro, venir de la danza, de todas las cosas que se cuidan en la danza, la luz, el vestuario, las entradas, las salidas... Toda esa información la tengo, no puedo tirarla a la basura. A mí a veces me cuesta cuando voy a un concierto que es guapísimo, pero vienen con el pantalón de la calle y están como hablando normal... No. ¡Es el escenario! Hay que disfrazarse y hay que convertirse en otra persona. A nadie le interesa mi yo del día a día.


VA: Hay un ritual en el flamenco...


LS: ¡Yo quiero ser como un torero! Yo me disfrazo y salgo como a un sitio importante, no puede ser como si estuvieras en tu casa.


JD: Pero en ese sentido el público no es como el toro, ¿no?


LS: No mata (risas). Pero bueno, a más de uno le han tirado cosas.


VA: ¿Hay tendido siete también en los conciertos?


LS: Yo tengo suerte, la verdad. El público que viene está muy abierto. Es raro que alguien venga con mal rollo. La gente quiere vivir cosas, que les meta la mano en las tripas y les remueva un poco. Tiene ganas, tiene necesidad. Entonces la gente viene y dice "Haz lo que quieras conmigo. Qué quieres, ¿que me baje los pantalones? Pues me los bajo. Hago lo que tú digas". Entonces yo tengo suerte, pero me da mucho respeto que cien, veinte, o diez mil personas me hayan escogido ese día para pasar ese rato, con tantas cosas que hay por hacer. En vez de ir al cine, ir a cenar o irse con su novia a dar un paseo, me han elegido a mí. Entonces me parece una responsabilidad muy gorda. No se pueden ir como si nada. Esa es la movida, tiene que pasarles algo.


VA: ¿La puesta en escena es tan importante como la música o la ejecución?


LS: Sí, porque si no, grabo un disco. Por eso amo a gente como los KISS, y todos estos heavies que se disfrazan. Que luego la mayoría son más normales que el copón. Yo tengo muy buena amistad con El Drogas de Barricada, que sale de cuero, con esa pinta, toca el bajo por debajo de las rodillas... Y luego hablas con él y te lo quieres comer de lo blando, de lo sensible que es. Pero tiene que mantener su personaje y hacer espectáculo.


JD: Yo sin embargo pienso que hay bastante similitud entre La Shica del escenario y la de fuera de él. Terminas el concierto y te bajas a hablar con el público, vendes tus discos...


LS: No, pero yo soy mucho más tranquila de lo que aparento. Mi vida es como la de todo el mundo. Me levanto, me visto y me voy a currar. Me acuesto pronto porque mañana tengo curro... Algún día salgo, pero intentas tener cuidado. Soy mucho más tranquila de lo que quiero que se imaginen, pero eso no le importa a nadie. Eso es un aburrimiento. En el escenario quieres ver algo, entonces yo busco ahí mi extremo... Pero soy mucho más normal. ¡No estoy loca! (risas).


VA: Una última pregunta. Quería saber qué opinas de la Ley Sinde, cómo se puede defender a los creadores.


LS: Es muy difícil... Defender el CD me parece muy difícil. Un formato tan feo, tan frío y tan de plastiquete. Pero sí que uno debería poder decidir si te lo regalo o si me lo pagas. No al precio que se ha estado pagando, porque se ha estrujado muchísimo la vaca y se ha ganado tantísimo dinero con la música, que ahora la gente no quiere pagar. Se siente estafada. Es que no podemos pagar treinta euros por un disco. Ya no se puede. Porque ¿quién quiere un disco sólo cada dos meses? Nadie. Yo el Spotify lo veo como el futuro, porque yo pago diez euros y puedo escuchar lo que me da la gana, todo el mes.Y al artista le reporta menos, pero por lo menos no se lo están levantando. Yo lo cuelgo ahí y por lo menos te da algo, cuenta para algo. Pero lo que no me parece bien es el libre albedrío. Yo llego, entro a ese bar y las madalenas esas que están ahí, me las voy a llevar. Me gustaría decidir si regalo mis madalenas, si las vendo baratas o si las vendo a un pastón. ¡Son mis madalenas!


Apagamos la grabadora porque en algún momento había que hacerlo, pero nos quedamos charlando otro rato largo más, ya no de  música, sino de la vida en general. La Shica nos dice que está encantada de volver a Madrid, después de algunos viajes que le han hecho ver otras realidades. Pueblos donde no se nota la crisis, porque no tienen casi nada, lo que le hace valorar más todo lo que ella tiene aquí, y dice que se encuentra feliz y afortunada. Y lo transmite. En eso se parecen mucho La Shica del escenario y la de abajo del escenario: en la energía, las ganas y la generosidad con las que se toma, tanto un concierto suyo, como esta entrevista, y sospechamos que esa es una de las razones que la hacen la gran artista que es.


La Shica: www.myspace.com/folcloricadepelocorto
Verónica Aranda: http://veronicaaranda.blogspot.com/

Saturday, 1 October 2011

Boris Larramendi. ¡Candela!



Boris Larramendi



Entrevista a Boris Larramendi

14-08-11
 
El buen humor y la risa nunca abandonan a Boris Larramendi a lo largo de esta entrevista, a pesar de que tratamos temas espinosos que le afectan directamente, como la dictadura castrista y la situación de la industria discográfica, temas respecto a los cuales Boris se posiciona de manera muy clara. También hablamos de sus inicios, su etapa en Habana Abierta y su carrera en solitario, del valor de la música y de la libertad creativa y política, de la felicidad... 

Le hemos pedido que se trajera la guitarra, de modo que vamos intercalando la conversación con temas tocados en directo. Todo un lujo. Y todo ello, a lo largo de una hora, en el programa veraniego de Ágora Sol Radio, El Muelle, el 4 de Agosto de 2011, en un estudio situado dentro del cerco policial impuesto a los alrededores de la Puerta del Sol. En este singular estado de sitio, la conversación fluye libre y es un refugio para la mente.

EM: Para tu público español, tu trayectoria en nuestro país es más conocida, pero ¿puedes contarnos cómo fueron tus comienzos musicales allá en Cuba?

BL: En Cuba empecé a componer canciones cuando tenía 17 años y empezaba a tocar la guitarra. Aquéllas  canciones estaban muy influenciadas por la obra de Silvio Rodríguez, como la mayoría de cantautores cubanos que empezamos en esa época. Todos imitábamos mucho a Silvio. Al año y pico empecé a ‘imitar’ a otros cantautores más jóvenes de aquélla época, que eran Gerardo Alfonso, Carlos Varela, Frank Delgado, Santiago Feliú… que ya eran de otra generación. 

Ya después nos fuimos juntando, cuando tenía unos 20 años, en una peña con muchos compañeros de mi generación que estábamos intentando hacer canciones. Se llamaba la Peña de 13 y 8, que estaba entre las calles 13 y 8 en el Vedado, en el barrio de La Habana. Empezamos a enseñarnos canciones y fue surgiendo una cosa muy bonita, intentando encontrar una voz propia, dentro de lo que era la Trova. Nos empezó a influenciar mucho el rock argentino, la música brasileña, Sting… Empezamos, en definitiva, a escuchar otro tipo de música. Esa peña después la liquidó el Ministerio de Cultura cubano, porque en Cuba todo depende del Gobierno -esa peña se hacía en el Museo Municipal de Cultura, que brindaba las instalaciones-. Se había empezado a hacer una música un poco contestataria, sobre la situación. Y en parte por eso y en parte porque allí todo era gratis, un día nos amanecimos con aquello clausurado, precisamente porque iba a haber un concierto de Silvio Rodríguez, patrocinado por la Juventud Comunista, en un estadio de La Habana, y habían ordenado cerrar todo lo que le hiciera competencia al concierto. ¡Menuda competencia éramos nosotros, que éramos unos pringados, con diez personas que iban a vernos! A partir de ahí clausuraron la peña, ese fue el pistoletazo. Por supuesto, Silvio de eso no es responsable, ni tiene idea de nada de eso. 

Luego nos desperdigamos un poco. Yo me metí en la moda del ‘grunge’ que llegó en el año '91, con Nirvana y con otros grupos, y nos quitamos un poco de ser cantautores y pasamos a formar bandas de rock. Empezamos a hacer una mezcla de rock con música cubana, al menos en mi caso, y yo formé un grupo que se llamaba Debajo. Yo le quería poner Abajo, pero como se hubiera relacionado con ‘Abajo Fidel’, pues era un poco difícil, así que lo dejamos en Debajo. Con ese grupo no pude hacer ni conciertos ni nada, porque en pleno ‘periodo especial’ no había casi ni comida, había apagones de doce horas todos los días y era un desastre todo. Montar un grupo de rock era una heroicidad. 


Pero seguimos echando p'alante y tuve la suerte de que unos amigos míos que estaban en España hacía unos años, Pavel Urkiza y Gema Corredera, dos geniales músicos cubanos, que ya llevaban en España dos o tres años, fueron a Cuba de visita. Tenían un contrato con una disquera independiente aquí, en España, que se llamaba Nubenegra, y fueron a Cuba y se gastaron parte del dinero de sus vacaciones en hacernos un ‘demo’, o disco, a sus amigos que se habían quedado en Cuba. Nosotros eramos de su generación de la escena ‘underground’ que había en La Habana. Ese disco se editó aquí en España y se llamó Habana Oculta, y con ese disco vinimos la primera vez en el año '96 a un festival, y ya nos quedamos.

"Al llegar de Cuba, recuerdo la primera vez que me pagaron por tocar. ¡Fue una experiencia increíble!"

EM: Llegáis con la gente de lo que sería Habana Abierta aquí y yo siempre me imagino que esa llegada vuestra aquí debió de ser toda una fiesta. Ocho músicos jóvenes, divirtiéndoos, tocando música…

BL: En ese momento éramos seis... Imagínate, estábamos pasando un hambre en Cuba terrible, estábamos todos muy flacos, y además en Cuba nunca habíamos cobrado por tocar. En Cuba cuando tocábamos, el gobierno cobraba la entrada y no nos daba nada. Y en la útlima ocasión, nos cortaban el sonido y nos echaban a patadas prácticamente, o sea, tenían un negocio redondo. Recuerdo la primera vez que me pagaron por tocar: ¡para mí fue una experiencia increíble! Como decíamos, vinimos seis y enseguida nos fichó una multinacional, BMG, y entonces fue que se inventó lo de Habana Abierta. Hubo otros compañeros músicos que Pavel quiso que estuvieron en el primer disco de Habana Oculta y no pudieron, porque ya habían sacado un disco con una discográfica del gobierno cubano y tenían otros planes, y estaban en Ecuador en esa época, cuando vinimos a España, buscándose la vida. Cuando fichamos por la multinacional, Pavel fue de la idea de rescatarlos de allá, de Ecuador, para incluirlos en el disco.

EM: ¿Quiénes eran?

BL: Eran Alejandro Gutierrez y Vanito Caballero. Los trajo de allá de Ecuador y los incluyó en el disco, ya una vez que estaba el contrato firmado. Ahí se hizo justicia, porque Pavel siempre quiso que hubieran estado y aprovechó que ya estaba todo arreglado con la multinacional para cerrar el tema. Así pudimos contar con sus excelentes canciones y su talento y completamos los ocho de Habana Abierta que comenzamos la andadura en esa época. Era una época muy distinta aquí en España: había muchos sitios para tocar en Madrid. El mítico Suristán, el Café del Foro, el Café La Palma... de los cuales ya van quedando pocos.

EM: Y la gente debía de quedarse anonadada al veros. Ocho cantantes dando palmas, cantando, haciendo ritmos… Era algo diferente, ¿no?

BL: ¡Era un relajo! Y sí, era algo diferente. Nosotros tuvimos la suerte de que la multinacional que nos fichó, BMG, también estaba influida por la moda que había en aquella época de los cantautores, cuando salieron Ismael Serrano, Pedro Guerra... excelentes todos. A pesar de que aquí en España siempre ha habido buenos cantautores,  en aquélla época estaban de moda, no sé muy bien cuál fue la razón. Entonces, como nosotros pasábamos por cantautores porque aquí habíamos llegado con la guitarra nada más –aunque en Cuba ya la habíamos abandonado y estábamos con bandas de rock- y éramos tantos y armábamos tanto escándalo y éramos cubanos, pues parecía algo distinto y eso favoreció que nos fichara una multinacional de entrada. Luego, cuando fue a salir el disco, ya se estaba pasando la moda de los cantautores y el disco casi no sale (risas).

"En Habana Abierta, la retroalimentación consistía en escuchar lo que el otro estaba haciendo e intentar emularlo, intentar hacer algo que estuviera tan bueno como eso que te estaba emocionando."

EM: También me imagino que entre vosotros la retroalimentación a nivel creativo debía de ser brutal, porque llegaríais a los ensayos y habríais compuesto vuestras canciones, lo poníais en común… O de repente alguno traía una letra… ¿Cómo era eso?

BL: Bueno, básicamente no ensayábamos, lo que era uno de los grandes problemas. Empezamos a ensayar años después. El problema es que veníamos de una cosa muy anárquica, que eran las ‘peñas’ en Cuba, donde todo el mundo canta lo que le da la gana. El reto aquí fue profesionalizar eso, porque ya cuando te empiezas a ganar la vida y alguién está pagando por ir a verte, hay que tener un respeto y el caos ese hay que domesticarlo. Digo, si quieres hacer profesión de eso. Ese fue el gran reto que tuvimos y en el que todavía estamos, tantos años después. Realmente, cada uno escribía sus canciones, y algunas canciones había en colaboración, pero no muchas. Básicamente la retroalimentación era escuchar lo que el otro estaba haciendo e intentar emularlo, intentar hacer algo que estuviera tan bueno como eso que te estaba emocionando. Dentro de esa emulación franterna -y en ocasiones no tan fraterna (risas)- salían las canciones. Era un ambiente muy rico.

Hacemos un receso en la conversación y pedimos a Boris que nos toque una canción. Elige ‘Gratis’, de su disco Yo no tengo la culpa del año 2002 y grabado con BMG, y nos explica que venía con ganas de cantarla en el programa dada la temática de la misma, que se puede aplicar a los momentos actuales de crisis, aunque, como nos señala, él siempre ha estado en crisis.




EM: Al salir de Habana Habierta, sacas tu disco Libre (2009). ¿Cómo fue la producción de este disco? ¿Tenías muchos temas de antes? ¿Los compusiste para el disco?

BL: Un poco de todo. Tenía unas cuantas canciones, por ejemplo ‘Calle de amores’, que no habían entrado en el último disco de Habana Habierta, porque cada uno había compuesto sus canciones y se las proponíamos a Nat Chediak, que elegía las que más le iban gustando a él. Otras las tenía de antes. Hay alguna incluso muy vieja, que había compuesto en Cuba, como la última del disco (‘Conmigo sola’), y luego compuse unas cuantas más.

Todo esto fue gracias a la película Habana Blues, que hablaba de una historia bastante parecida a lo que había sido Habana Abierta, sus inicios… De hecho, el director, Benito Zambrano, se entrevistó con nosotros y Habana Abierta iba a hacer la banda sonora de la película, pero cuando apareció el dinero pasó algo parecido con el productor a lo que pasa en la película... La vida misma. Después nos enteramos de que eso mismo se le había dicho a otra gente. En fin, ¡que cada vez que te llame alguien, firma un contrato primero! Pero bueno, al final, como la banda que aparece en la película era inventada, no existía en realidad y los músicos que salían hacían playback, pero la banda sonora había tenido mucho éxito y había vendido muchos discos, surgió la idea de hacer una banda que presentara las canciones de la película. Claro, que el que cantó realmente en la película estaba en Cuba, Equis Alfonso, que es un músico muy talentoso, y al tener sus proyectos no quiso, aparentemente, venir a España para eso. Hicieron un casting buscando cantantes y ahí entré yo. Como las canciones de la película eran pocas, completábamos los conciertos cantando canciones nuestras. Todo esto lo explico porque gracias a eso, por primera vez desde que llegué a España, gané el mínimo dinero requerido para comprar una Mbox y los programas y otras cosas necesarias para empezar a grabar mi segundo disco en solitario. Quería que fuera autoproducido, para que no me pasara como con el primero, que me lo ‘engavetó’ una discográfica, que compró a la que había sacado mi disco y además se quedó con el ‘master’. Entonces, yo estaba decidido a que este disco fuera autoproducido y autoeditado y estuve como cuatro años desde que compré todo el material hasta que aprendí de verdad a usarlo y pude hacerme mi disco y ahora hacerme otro, además del que estoy grabando ahora.

No quiero dejar de mencionar a Horacio ‘El Negro’ Hernandez, excelente baterista cubano de latin-jazz, de rock o de lo que se tercie, que ha tocado con los músicos más importantes de jazz del mundo: Herbie Hancock, Michel Camilo… También ha tocado con Santana, que es un músico que conoce más la gente, aunque ha tocado en realidad con músicos mucho mejores que Santana que son menos conocidos. A Horacio yo lo conocí aquí y él se ofreció a grabar todo el disco en su casa de New Jersey. Yo aproveché que fui a Estados unidos con Habana Abierta y me dí un saltico hasta allí y grabamos las baterías y las congas de Richie Floro, un extraordinario conguero portorriqueño, amigo de Horacio 'el Negro'. Gracias a eso se fueron apuntando los demás músicos, y me fueron haciendo el favor de grabar sus instrumentos.

EM: Libre es un disco muy potente, con banda, con toques muy roqueros, además de tener la sonoridad cubana que suele inevitablemente acompañar los trabajos de músicos cubanos, pero en la última canción del disco, ‘Conmigo sola’, que antes hemos nombrado, adelantas un formato que luego utilizas en tu siguiente EP, Felicidad, haciendo un puente entre un sonido más musculoso a otro más minimalista quizás.

BL: En realidad esa canción es la más vieja de todo el disco, una de las canciones que yo cantaba en Cuba, antes de electrificarme. Quise incluirla en el disco porque a mi esposa, que es violonchelista cubana, esa canción siempre le gustó, y cuando nos encontramos aquí en España y empezamos a ser pareja, ese fue uno de los primeros arreglos que hicimos. Esa canción la teníamos ahí y nunca entró en ningún disco, así que me dí el gusto de terminar el disco Libre con ella. Eso me dio la idea de hacer un formato acústico para hacer otra versión de mi repertorio, aprovechando todas las posibilidades del violonchelo, que mi esposa Ivette Falcón domina tan bien, incluyendo cajón también. El EP tiene 5 canciones, aunque hubiera podido tener más, porque acababa de sacar un disco largo y no quería abrumar a la peña.

EM: Muchos estamos esperando otras cinco por lo menos…

BL: Sí, la verdad es que la gente a la que le gustó el disco me decía “¿Por qué no hiciste un disco entero…?”

EM: De todos modos ahora parece que los formatos están redefiniéndose, están volviendo los singles, los EP’s…

BL: Me pareció interesante hacer un EP. No sé, recuerdo EPs famosos como el Magical Mistery Tour de los Beatles, que tenía sólo seis canciones. En esa época era un formato que se usaba mucho.

"Sólo a través de la libertad se puede alcanzar la verdadera felicidad, esa que no reconocemos hasta que se ha ido."

EM: Estos últimos discos que has sacado, Felicidad y Libre, con dos canciones en sendos discos que llevan el mismo nombre, usan en sus títulos conceptos muy fuertes, la felicidad y la libertad. ¿Qué significan para ti estos dos conceptos, musical y personalmente?

BL: La libertad yo creo que, primero que todo, es una gran responsabilidad. Para con uno mismo y para con los demás. Y yo creo que sólo a través de la libertad se puede alcanzar la verdadera felicidad, esa que no reconocemos hasta que se ha ido. Sin libertad, sería felicidad de carnero, de gente que no se da cuenta de que están en el matadero. Desgraciadamente yo tuve que venir a buscar mi libertad y mi felicidad fuera de mi país, porque en mi país hay una dictadura hace cincuenta y dos años. Vamos, una dictadura que es una monarquía encubierta, porque ahora es el hermano, están los tíos, los primos, los hijos… Es un descaro. ¡Y encima dicen que son de izquierdas! Yo estuve en algunas manifestaciones del 15-M y vi algunos eslóganes de consulado cubano, cosa que me dio un poco de rabia, pero en fin, hermano. Aquí la gente está pidiendo democracia, no dictadura, así que no tengo nada que añadir a eso.

EM: Musicalmente imagino que también todo eso influye, que cuando uno no tiene libertad política y derechos civiles y sociales,tampoco puedes expresar todo lo que te gustaría a través de tu música, e imagino que la situación personal condiciona también las composiciones…

BL: Sí. Mira, por ejemplo, hace unos años en Cuba inauguraron una estatua de John Lennon, sin embargo, cuando los Beatles estaban sonando en los años '60, en la radio no se podían poner en Cuba y había mucha gente a la que incluso los metían en la estación de policía, o si te cogían con un disco de los Beatles te lo confiscaban. Es una cosa muy rara, ahora sí está permitido… Leí el otro día que en las dictaduras no hay derechos. Hay privilegios, los que te quiera dar el que ostenta el poder. Esa es una de las cosas que a mí me revientan. Yo no quiero privilegios, yo no queiro que tú me dejes escuchar a los Beatles. Yo los voy a oir porque me da la gana, porque tengo el derecho de oirlos, y si tú no me dejas oirlos yo me voy a donde yo pueda tener ese derecho, porque tampoco creo en la violencia. El mundo es uno solo, y como dicen por ahí (señala un cartel del local de Ágora Sol Radio) ‘Que repatríen las patrias’. Me voy a donde mis ancestros, que vinieron vinieron de aquí con una mano delante y otra detrás, y se fueron a Cuba… Es increible como cambia el flujo de la emigración: antes la gente se iba de España para Cuba y ahora todos estamos buscando el abuelo español que tenemos para hacernos un pasaporte español.

EM: Y ahora nosotros volvemos a irnos…

BL: ¡Ahora ustedes se están yendo para Alemania!

Volvemos a preguntar a Boris si nos puede tocar algo y se anima con Siempre Happy, que, como nos dice “es una canción que trata un poco de lo que estamos hablando. Tengo canciones que hablan de otras cosas, pero estando aquí, creo que es apropiado. Esta canción tuve la suerte de grabarla en el último disco que se hizo de Habana Abierta, en el año 2005, que se llama Boomerang (Calle 54 Records) y tuve la inmensa suerte de que al piano interpretara esa canción el maestro Bebo Valdés, que me alegra muchísimo que después de 40 años de exilio en Suecia, tocando en un restaurante, después de haberlo sido todo en Cuba, haya regresado a la música.”





Y tras la música…

EM: Hemos estado hablando antes de la libertad en un sentido más político, pero hay otra faceta de la libertad, que es la de la libertad artística, que os afecta a los cantantes y compositores. En un mercado como el español, que está bastante cerrado a las iniciativas creativas ‘originales’, hay muchos músicos que tratan de adaptarse a lo comercial, a las radiofórmulas, para poder entrar en ese mercado. Es una opción que es legítima, pero me da la sensación de que hay algo en ese proceso que un artista pierde. ¿Qué opinas al respecto?

BL: Yo creo que eso siempre ha existido, la música como arte, de otra forma, surgió un poco con el romanticismo. Antes el artista simplemente era un asalariado de los poderes de la época. Hablo de los artistas con “A” mayúscula, porque los cantores de barrio, de las tabernas… eso se perdió y no se sabe qué hacían. Hacían música que le gustaba al pueblo, al populacho, que les pagaban unas monedas o lo que fuera. Bach y todas estas gentes importantes eran asalariados del duque de turno, del mecenas, o de la iglesia, que eran los que le daban leña parra el invierno, y tenían que componer lo que les mandaran. Leí el otro día que el primero que se liberó el otro día fue Beethoven, que, como Mozart se había muerto en la más completa miseria, le dieron (a Beethoven) en la ciudad donde él estaba una pensión para que no le pasara lo mismo que a Mozart. Eso le dio una independendencia y por ahí empezó luego la revolución romántica que rechazaba todo tipo de normas, para componer cada uno lo que quisiera. Más acá, ya con la industria discográfica, se empezó grabando lo que  quería el que pagaba. Al final, el artista siempre va a hacer lo que le paguen por hacer, y es bastante natural que uno quiera vivir de lo que hace. Ahora, otra cosa son las inquietudes que uno tenga como artista. Pero es un poco difícil si no puedes vivir de eso, y más ahora, que cualquiera se baja tu música de internet, y encima diciendo que tiene derecho a robártela, o a hacer lo que quiera con ella. Es muy bonito decir que la cultura es gratis, pero no hay nada gratis en esta vida, y nadie se está bajando nada gratis, simplemente le está pagando a Telefónica, y a las operadoras de teléfono. Y ese dinero, por supuesto, Telefónica no lo va a compartir nunca con los artistas.
En mi caso, yo hago lo que me da la gana, pero las paso fatal, porque es muy jodido intentar vivir de la música. Y un camino muy fácil sería pactar con el poder, en el caso de Cuba, no tocar determinados temas polémicos, o, en el caso de aquí, ver qué es lo que se oye ¿el reggaeton, techno? y tocar esa música para ver si puedo vivir de esto. Lo contrario es el camino de morirte de hambre, que puede ser un camino muy admirado para todos los demás, pero los mismos que te admiran después se bajan tus discos gratis de internet, y a tí que te den por saco. O sea, que es un poco hipócrita todo eso de que el artista tiene que ser auténtico, porque la misma gente que te pide autenticidad, luego no te la paga. Yo intento ser auténtico porque estoy así de loco, o soy así de imbécil, pero no critico para nada al que ve lo que se pone en los 40 Principales y se pone a  hacerlo. Porque, si eres bueno cantando y quieres vivir de esto, pues igual que un fontanero que te va a alicatar el cuarto de baño, y tú le dices ‘yo lo quiero de color fucsia’.  Tú se lo haces de color fucsia, a ti qué más te da, te están pagando por eso. Vamos, digo yo…

EM: Imagino que el problema también es no tener un público más ‘educado’ que sea capaz de aceptar música creada de manera libre, y no enfocada a lo fácil.

BL: Ahí intervienen muchas cosas. Yo creo que la última vez que pasó algo así fue en los '60, en los '70, que increiblemente estaba de moda la originalidad. Y mientras más loco era lo que hacías, mejor. Como el rock psicoldélico, el jazz fusión… Había un mercado para eso. Yo no sé lo que pasaba en esa época, si era el signo de los tiempos… Pero eso duró poco. Duró 15 años, a lo mejor. Ya después todo volvió a su cauce y se impuso la radiofórmula de nuevo.
Aquí en España, a mí me han dicho en la cara, recién llegado aquí, gente de los 40 Principales: “Nosotros no ponemos música cubana.” ¿Por qué? “Porque no.” Si te entran así, ya tú sabes que estás listo. 

"La piratería a quien perjudica de verdad es a los artistas que están empezando, sobre todo."

EM: Una creencia muy generalizada, relacionada con esto, es que la crisis sólo afecta a los grandes artistas, a los que venden discos de verdad. Que los pequeños que viven de dar conciertos no la notan. Eso es lo que cree mucha gente…

BL:  Todo lo contrario. El fenómeno de intercambio de archivos por internet, la piratería, como quieras llamarlo, a quien perjudica de verdad es a los artistas que están empezando, sobre todo. Porque la gente que ya vendió un millón de copias en su época, si no se lo metió en cocaína (risas) y se lo gastó todo, por lo menos seguro que tiene su piso comprado, su hipoteca y su piso en Miami. A esa gente la crisis les resbala bastante. Quizás no se pueden comprar el segundo piso en Miami… Pero para la gente que empieza no hay dinero para hacer ningún tipo de disco, ni ningún proyecto. Y aunque alguno se haga los discos en su casa, como yo me los estoy haciendo, no todo el mundo tiene la facilidad de sentarse y tirarse horas y que te quede bien…

EM: Eso es un verdadero trabajo…

BL: Eso es un trabajo que se debería pagar.

EM: Y el cantante y compositor, es cantante y compositor, pero no necesariamente técnico…

BL: Claro, hay una barrera ahí muy grande y que es muy jodida de salvar para la gente que está empezando. Porque antes había ahí, mal que bien, un negocio, una industria, con todos sus pros y sus contras, y sus miserias, y yo soy el primero que las he sufrido en carne propia, habiendo estado en multinacionales. Pero era una industria, una plataforma. Ahora todo esto de myspace y de internet es muy bonito, pero no se puede vivir de eso, es muy difícil. Aunque tenga mucho valor lo que haces, aunque seas un artista como la copa de un pino.

Y también es mentira que la gente viva de los directos. Por la gente, cuando no tiene dinero, primero empieza a dejar de comprar discos y luego deja de ir a directos. Te lo digo yo que vivo de esto. La gente prefiere pagar por ir a ver a un dj, llámese David Guetta o como prefieras, y que le pongan garrafón. Pero yo creo que no tiene solución. La gente se ha acostumbrado a bajarse las cosas ‘gratis’… ¿Quién iba a pagar 50 euros de ADSL si no se pudiera bajar música o películas? Nadie. No creo que nadie los fuera a pagar por ‘chequear’ el mail. Creo que las empresas de telecomunicaciones deberían compartir esos 50 euros con los que crean los contenidos.

EM: Tú decías que lo que es difícil es hacer la música que a uno le apetece, sin contar con los mercados, pero claro, damos por entendido que los mercados siempre van a apostar por la música facilona -que es por el momento el panorama que hay- pero, como decías tú antes, en los '90 se pusieron de moda los cantautores y salieron varios discos de gente muy buena. Esto son casi fenómenos inexplicables, ¿no?

BL: Bueno, quizás había determinadas situaciones en esa época que yo no conozco mucho. Habría una determinada ansia por escuchar esa música. Era la época en la que salió Nirvana, con el ‘grunge’, pero luego salieron de nuevo los Backstreet Boys. No lo sé, son modas. Pero por lo menos había una industria… Ahora cualquiera puede grabar, puede poner su música a disposición de todo el mundo, a través de internet. Pero eso de que cualquiera puede grabar, quiere decir que 'cualquiera' puede grabar, y lo estoy diciendo para mal. O sea, yo no soy nadie, pero yo me he hecho dos discos.

EM: Imagino que ahí se traslada el peso al oyente, que tiene que andar seleccionando…

BL: Y al oyente, en el 90% de los casos, le importa una mierda, por experiencia propia. Prefieren pagar 50 euros por ir a ver a David Guetta a Ibiza, a un tío que les está poniendo discos, y tan contentos. La música es una diversión para la gente. Tiene que entretenerla, conmoverla, más allá del artista. Cada cual se conmueve con lo que quiere, y cada cual paga por eso lo que estima que debe pagar. En estos tiempo se estima que eso no vale nada, que el trabajo que uno hace no vale absolutamente nada y la gente lo puede coger de gratis. Pues bien, así estamos.

"Yo hago las canciones que me gustaría a mí esuchar."

EM: La música es un entretenimiento, es cierto, pero por otro lado hay música comprometida que no sólo busca entretener, y tú en tus canciones sueles tratar temáticas comprometidas socialmente y políticamente.

BL: Sí, pero repito: para todo hay un mercado, por decirlo de alguna forma. Me refiero a que todo tiene su público. Yo hago las canciones que me gustaría a mí esuchar.

EM: ...Que es el ideal, en realidad. Yo no creo que mucha gente de la que está arriba haga las canciones que les gustaría escuchar, ¿no?

BL: A lo mejor sí. Yo he conocido unas cuantas personas y los veo sinceros. Hay mucha gente que tiene éxito haciendo canciones que para mí son una horterada, pero las hacen muy bien. Después tú los conoces y ves que les gusta. Yo eso no puedo criticarlo. A nadie le ponen una pistola en la cabeza y le dicen “haz música hortera”. No sé, habrá quien a lo mejor lo hace como oficio y le gusta otro tipo de música. Pero a lo mejor lo hortera es lo mío a sus ojos... Es una cuestión de gustos. Yo sí te puedo hablar de música, de valores musicales, de repeticiones y de armonías y de esquemas que se repiten y que yo los sé usar, porque en algún momento me han encargado que haga determinadas cosas y las he hecho. “Puedes poner de estos acordes, que son los que funcionan, y pones este ritmo, y el bombo lo pones a negras…” y te sale (canta) ‘I got a feeling, that tonight’s gonna be a good night…’ Y está muy bien hecha la canción, en ese sentido.

Dejamos a un lado por hoy los temas de la industria musical y cerramos la entrevista, a petición nuestra, con dos maravillosos temas que Boris nos toca en directo: ‘Tu mirada bonita’, de su EP Felicidad y ‘Cuando cambie’, de Libre. Respecto a este último, nos dice Boris “es una canción que hice pensando en todos los cubanos que estamos fuera, y también los que están dentro, que vivimos esperando hace mucho tiempo un cambio. Un cambio que no acaba de llegar. Por mucho que digan, las cosas están igual en lo esencial. Y yo no pido tanto. Pido muy poco. ¿Qué me gustaría a mí cuando cambie…?” Arranca Boris con 'Cuando cambie' y en los siguientes minutos nos olvidamos de todo lo demás y ya sólo importa una cosa: la música de verdad, la que emociona porque se hace desde el corazón.


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